Abogado y la Inteligencia emocional

El Abogado y la Inteligencia emocional en derecho de familia

Abogado y cliente
Abogado y cliente

Cuántas veces los abogados de familia nos da la sensación que estamos ejerciendo más la profesión de psicólogos que de abogados, muchas, por no decir siempre.

Esto es normal, puesto que, detrás de lo jurídico hay personas de “carne y hueso”, con unos deseos, sentimientos, y finalidades que quieren ver cumplidas.

Sin embargo, la Inteligencia Emocional en Abogados, no se enseña en las facultades de derecho, aunque cada vez más, en los Colegios de Abogados de España,  (en EEUU lo imparten en la universidad) se están impartiendo clases en Gestión Emocional, que ayudan al letrado tanto en su vida personal como en la laboral y así poder gestionarlo con su cliente y fidelizarlo. Puesto que, un cliente tiene que tener verdadera confianza como es lógico, pero más aún si se tratan temas de familia.

Lo que no debemos olvidar es que tratamos con personas, y lo que en un momento dado, por ejemplo un acuerdo, nos puede parecer lo mejor para el cliente y su conflicto, en ocasiones, se vuelve en contra del mismo. Puesto que, en ocasiones, alcanzar un acuerdo en un momento en el que el cliente no se encuentra en su mejor momento personal o anímico, por la situación familiar que está atravesando, puede llevarle a aceptar acuerdos que tendrá que arrastrar durante el resto de su vida.  Porque en ocasiones aceptan dichos acuerdos porque quieren que el procedimiento acabe cuanto antes, o por culpabilidad, o bien por desconocimiento.

Por tanto será su abogado el que tenga que velar desde el punto de vista jurídico y además desde el punto de vista personal lo que más le convenga a su cliente. En ocasiones nos encontramos que en el afán de “ser el ganador” nos encontramos con padres que quieren la custodia de su hijo a toda costa, pero no se percatan que no tienen tiempo para ellos, porque trabajan todo el día, o porque viajan de lunes a viernes, etc…. Y al final tienen que dejarlo con terceras personas, por lo que, acaba sufriendo el menor.

Otro ejemplo, es cuando en la “batalla judicial” el progenitor que tiene la custodia, quiere restringir al máximo el régimen de visitas, para ver lo menos posible al progenitor no custodio, o que este vea lo menos posible al hijo, a la larga se da cuenta del error que cometió, porque ve que el otro progenitor disfruta de tiempo libre para rehacer su vida personal o laboral y el custodio que quiso restringir al máximo las visitas no.

Por tanto, todos estos matices son muy importantes para nuestros clientes y hay que tenerlos muy presentes a la hora de un completo asesoramiento, no centrarse exclusivamente en lo jurídico, si no hacer un balance general de todos los aspectos que están interrelacionados con el derecho de familia.

Fdo. Edurne V. Calle

Abogada Bufete

Edurne Abogada