El botín del Banco Popular. ¿Quién lo ha hundido?

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El hundimiento del Banco Popular

Muchos accionistas se están preguntando a estas horas, el ¿como? es posible que un Banco como el Popular, con miles de accionistas y uno de los 5 primeros Bancos Privados de España se hubiera hundido sin que nadie hubiera informado de ello o se hubieran realizado las previsiones para evitar dicho hundimiento.

En este artículo elaborado por nuestro economista de cabecera se hacen una serie de preguntas sobre que ha pasado con el Banco Popular.

«El Botín del Banco Popular»

La semana pasada, un martes por la noche, de este canicular mes de junio, en algún despacho de la Unión Europea, los accionistas del Banco Popular Español perdieron TODA su inversión, sus ahorros, sus esfuerzos acumulados durante años y, quizás algunos, sus sueños o sus expectativas de un futuro más seguro.

Dicho de otro modo, un grupo de altos funcionarios decidieron aplicar el Mecanismo Europeo de Resolución Bancaria (MERB) para evitar un mal mayor: la huida masiva de depósitos del Banco Popular, pero, también, podría decirse que alguien (un reducido número de personas) decidió que esos esfuerzos, sueños, esperanzas,… de más de 255.000 accionistas no VALÍAN NADA. Corrijo, nada no, UN EURO VALÍA la entidad que antaño fuera la más rentable del mundo financiero (¡sí, de todo el mundo mundial!), la mejor valorada durante muchos años, una entidad netamente española, y que lo era, no por su tamaño, si no, que lo que aportaba valor añadido, lo que se valoraba, era su gestión.

Si a dichos socios propietarios del capital de la entidad les sumamos los poseedores de otros instrumentos híbridos, estos son, los bonos Contingentes Convertibles (denominados en el argot especializado de las finanzas COCOS; ¡y tanto que han resultado ser para sus titulares!) y otra deuda subordinada, y que rondan los 2.000 millones de euros, da como resultado que “la gran decisión” de salón-despacho adoptada por unas pocas personas ha afectado a un elevado número de otras personas, otros seres humanos que todavía se están preguntado principalmente dos cuestiones: una, por qué su inversión (sus esfuerzos, sus sueños, …) por la mañana del susodicho martes de junio de 2017 tenían un valor cierto y determinado y, sin embargo, por la noche había perdido TODO su valor: alguien ha decidido que no hay valor, donde unas horas antes, unos minutos anteriores, sí lo había. Y otra pregunta no menos desconcertante, es por qué nadie les ha preguntado, ni siquiera les ha dado la oportunidad de “poner en valor” su (posesivo) legítima posesión; al fin y al cabo, en una economía de mercado, no intervencionista, las cosas (bienes y servicios) valen lo que las personas (las que las poseen y las que aspiran a poseerlas) deciden (proceso de formación del precio) pagar por ellas.

A los accionistas del Banco Popular no les han dado la oportunidad de apostar (arriesgar, aventurar, …) por lo que les pertenece. No les han permitido equivocarse en sus propias decisiones, si no que han sido otros los que han tomado su decisión.

Porque el fracaso del Banco Popular también ha podido ser el fracaso de su Presidente que accedió a presidir la entidad para salvaguardar los intereses de quienes le van a pagar 1,1 millones de euros al año y quien sabe, si además terminará reclamando los 4 millones de euros que preveía su contrato al dejar el cargo ¡a los tres meses de su fichaje! !y luego dicen que los fichajes en el fútbol son caros!.

También se puede decir que es el fracaso de las autoridades de supervisión bancaria que bendijeron poco tiempo antes de la intervención la solvencia y, por lo tanto, la viabilidad de la entidad. Pero a los accionistas no les han dado la opción de equivocarse ya que podrían haber seguido apostando por su inversión a través de una nueva ampliación de capital y, así, reforzar su inversión, seguir apostando por su decisión.

En una situación como la que han sufrido los accionistas del Banco Popular lo más hiriente es la sensación de fracaso que invade el ánimo de quien decidió de buena fe. Pero no, ellos no son unos fracasados, los fracasados son los osados que decidieron por ellos, ellos son, si caso, los que pagan la fiesta. El accionista del banco Popular ha sido un valiente al que no le han permitido seguir siendo valiente.

Con motivo de la caída del Banco Popular, las redes sociales más populares se han inundado de los mensajes habitualmente irrespetuosos, injustos e hirientes para con la desgracia ajena: “Cosas que se pueden comprar con un euro” ha sido una de las comidillas que podían leerse en los mensajes intercambiados entre los usuarios de washap para referirse a la adquisición de la entidad por el Banco Santander.

Adquisición mayoritariamente aplaudida y jadeada por la mayoría del sector de la comunicación de la información económica. Agradecidos debemos estar los ciudadanos por la operación: ¡Gracias, albricias, salvados por ….! Han sido algunas de las laudes que han acompañado a dicha información. Sospecho que las alabanzas no iban dirigidos a los verdaderos donantes sujetos pasivos de la operación pergeñada en una noche de mes de junio: los accionistas del Banco Popular Español.

El pasado viernes, 16 de junio, una semana después de la intervención y de la consiguiente compra-venta o cesión por un euro del Banco Popular, la agencia de calificación de riesgos Moody´s señalaba que dicha adquisición (por 1 euro) no afectará negativamente a la solvencia de la entidad. Esto es, que aquí alguien ha comprado algo que no parece tan malo como lo pentaban.

Lo cierto es que el Banco Popular no ha sido intervenido y consiguientemente valorado por un euro por que no fuera viable o por que hubiera dudas sobre su continuidad o supervivencia futura (¡el banco era solvente, había chicha que comer!), si no, porque no tenía liquidez suficiente o, al menos, la necesaria para hacer frente a una “crisis de pánico” que empezaba a asomar ante la masiva retirada de depósitos de los clientes.

En la actualidad, las crisis de credibilidad (lo que cuenta no es si tienes o no dificultades reales, si no que cuando la gente/opinión pública piensa que tienes problemas es entonces cuando tienes un problema) de las entidades de crédito no son como las de las etapas ante-internet cuando se formaban masas de depositantes frente a las puestas de la entidad o de sus sucursales, más bien, las retiradas de dinero se efectúan mediante la operativa de la banca electrónica, silenciosamente, sin las crudas imágenes del pánico humano en blanco y negro de tiempos pasados.

Es en este momento cuando al accionista del Banco Popular se le plantea una tercera pregunta que, como las dos anteriores, no encontrarán respuesta satisfactoria: ¿Por qué alguien paga 1 euro por algo que no vale nada y además hay que darle las gracias?.

De acuerdo, lo habrá comprado con sus deudas y resto de obligaciones y, si caso, con las contingencias y riesgos ciertos pero indeterminados en cuanto al montante que pueden suponer y al momento en que acaecerán. Esto del tiempo es importante, ya que lo que realmente se compra es tiempo, seguramente el bien inmaterial más valioso de siempre.

El accionista del Banco Popular sabe, cuando toma su (propia) decisión de inversión, que la entidad se encuentra fuertemente provisionada, después de años de crisis que la normativa contable bancaria le ha venido obligando a detraer/apartar/separar recursos generados, año tras año, renunciando al cobro de dividendos, para cubrir el valor de determinados activos contingentes. El accionista del Banco popular no era ajeno a que buena parte de la inversión crediticia de la entidad se había deteriorado y, por lo tanto, procedía dotar provisiones contra los resultados de cada ejercicio.

Conviene señalar que las provisiones, como apunte contable, no suponen consumos, insumos, inputs, etc.. dentro del ciclo de explotación de la entidad aunque se cargan directamente contra la cuenta de resultados del ejercicio en que se dotan, si no que son recursos generados, reales, que son guardados por si hubiera que hacer frente a la pérdida de valor definitiva del activo al que se encuentran asociadas.

Como en las aventuras de piratas (y no va con segundas intenciones el género literario mencionado), las cuentas anuales de una entidad son el mapa del tesoro que, por otra parte, nos han garantizado que es auténtico, entre otros, los auditores, los inspectores del bde, las autoridades del test estrés, … y contienen un tesoro, en forma de provisiones, ya que, como los mapas, las cuentas también tienen sus recovecos, pues no siempre aparecen a primera vista los tesoros, pues pueden figuran restando el valor del activo o en partidas más complejas del pasivo no corriente.

Las provisiones son, por lo tanto, valores reales de la entidad. Y así lo han creído también la propia autoridad europea bancaria que ha aprobado al Banco Popular en todos los exigentes test de estrés aplicados entes de la intervención (el último en 2016).

Los accionistas del Banco Popular merecen que les expliquen si esas provisiones van incluidas en el precio de 1 euro pagado por el comprador y quien se quedará con los valores de los activos asociados a las provisiones en caso de que aquellos deterioros reviertan.

Ya hemos señalado que los exégetas de la City se han hartado de decir que la intervención del Banco Popular ha sido la mejor solución que se ha pergeñado para evitar la fuga de depósitos, sin embargo, resulta evidente que no ha sido la mejor solución para el accionista del Banco Popular y no queda claro por qué el Banco Popular suponía un riesgo sistémico y la banca italiana a la que se ha inyectado fondos públicos con el consentimiento de la UE no lo es, o por qué ese diferencial de criterios al no permitir posiciones bajistas en el caso de Liberbank.

¿Cuáles han sido los criterios seguidos desde ese despacho-salón que aplicó el MERB?.

Si era un problema de liquidez y no de solvencia, por qué no se le apoyó al Banco Popular como se hace (y se ha hecho anteriormente) con otras entidades, mediante los mecanismos de ayuda y protección existentes para este tipo de entidades. Pero sobro todo, por qué no se le dio la oportunidad al accionista de salvarse a si mismo.

El accionista el Banco Popular necesita y exige explicaciones y la información suficiente y adecuada que le permita responder a las preguntas que se le plantea y que nadie le responde. Al fin y al cabo, tiene derecho a equivocarse el mismo pero no a que se equivoquen por él, y menos aún que otros se equivoquen con su dinero.

Fdo. Emilio Barroso

Economista-Auditor

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